Hasta hace poco, comprar online implicaba navegar entre categorías, filtrar por precio o talla, comparar valoraciones y cruzar los dedos. Ahora, basta con una frase: “Busco un regalo para un amigo, algo original, no muy caro, que tenga que ver con el café”. En cuestión de segundos, un asistente de inteligencia artificial como ChatGPT ofrece opciones personalizadas, enlaces de compra, comparativas de precios y hasta opiniones de otros usuarios. El acto de comprar está siendo redefinido por completo: es la hora del “consumidor aumentado?”.
Este nuevo hábito está ganando terreno a una velocidad sorprendente. En Países Bajos, uno de cada cuatro consumidores ya ha utilizado la IA para hacer compras, según un estudio de Adyen y Censuswide recogido en FashionUnited.
La cifra se dispara hasta el 50% entre los veinteañeros. Y lo hacen porque les ahorra tiempo, les da inspiración y les ayuda a filtrar el ruido constante de las redes sociales. Pero no se trata sólo de recomendaciones: casi la mitad de los encuestados ya está abierta a comprar directamente a través de la IA.
Del e-commerce al prompt-commerce
La evolución del comportamiento del consumidor es especialmente visible en los datos de Adobe Analytics. En Estados Unidos, el tráfico hacia webs de retail procedente de fuentes de IA generativa aumentó un 1.200% en sólo siete meses.
Los usuarios que llegan desde un chat con IA muestran más interés, pero no sólo eso. También permanecen más tiempo en la página, exploran más productos y abandonan menos. Por lo tanto, estamos viendo cómo la IA se ha consolidado como una herramienta para investigar, decidir e incluso comprar.
Aunque la conversión directa desde este canal todavía es algo inferior a la de fuentes tradicionales como el buscador o el email marketing, la brecha se está reduciendo rápidamente.
La confianza del usuario crece a medida que las experiencias se hacen más fluidas, útiles y personalizadas. Un 92% de quienes han probado a comprar con IA dice que su experiencia fue mejor. Y un 87% asegura que está dispuesto a usarla para compras más importantes o complejas.
Casos reales, impactos reales
Esto ya no es teoría ni tendencia emergente: es realidad. ChatGPT ha integrado funciones comerciales, como recomendaciones de compra integradas, que permiten explorar productos con imágenes, precios y enlaces directos.
Pero la IA de Open AI no es la única. Amazon ha lanzado a su asistente Rufus, una IA conversacional integrada en su app que ayuda a los usuarios a descubrir, comparar y comprar productos haciendo preguntas en lenguaje natural.
Por su parte, Zalando permite usar lenguaje natural para buscar ropa en su plataforma, ofreciendo estilismos personalizados a quien le pregunte directamente por ello.
Y marcas como Skechers ya cuentan con estilistas virtuales que asesoran al usuario en tiempo real en función de sus gustos y necesidades, como “Luna”.
Lo curioso es que, aunque el móvil sigue siendo el rey del e-commerce, la mayoría de las interacciones con IA se producen desde escritorio: el 86% del tráfico desde fuentes generativas llega por esa vía. La explicación es sencilla: conversar con una IA requiere más espacio, más contexto y un teclado a mano.
Un reto urgente para las marcas
Todo esto obliga a replantear de qué forma están las marcas presentes en el entorno digital. Las búsquedas por palabras clave dan paso a las consultas conversacionales. Y aparecer en la respuesta de un asistente generativo se convierte en el nuevo prime time.
El SEO se transforma en prompt marketing?. Las fichas de producto deben estar pensadas no sólo para humanos, sino también para algoritmos que extraen, interpretan y devuelven resultados instantáneos.
En este escenario, quien no adapte su lenguaje, sus datos y su lógica comercial al universo de la IA corre el riesgo de quedarse fuera del radar. Porque la inteligencia artificial ya no es sólo una herramienta del retailer. Es, cada vez más, el filtro y la interfaz preferida del consumidor.