Franquicias con alma local: el boom del comercio asociativo en el retail alimentario

El modelo de franquicia y cooperativa está viviendo una nueva edad de oro en el retail alimentario, y lo hace desde lo local
Una chica comprando fruta y verdura en una tienda local Una chica comprando fruta y verdura en una tienda local

En los últimos años, el comercio minorista alimentario ha encontrado en las fórmulas de franquicia y cooperativa una poderosa herramienta de expansión territorial, sostenibilidad económica y proximidad social. Esta tendencia ha cobrado especial relevancia en el contexto actual, donde la capilaridad y la conexión con el entorno marcan la diferencia entre competir o desaparecer.

Esta transformación queda clara en el IV Informe de la distribución alimentaria de proximidad en España, elaborado por la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), donde se refleja que el 60% de las nuevas aperturas en 2024 se han producido bajo fórmulas de comercio asociativo. 

Se trata de un crecimiento silencioso pero constante que está redefiniendo el mapa minorista, especialmente en los entornos de menor densidad demográfica.

¿Qué es el comercio asociativo?

Este modelo tiene una larga tradición en el comercio alimentario español, y ha sido una vía clave para que pequeños empresarios se integren en un mercado altamente competitivo sin renunciar a su identidad local. 

Surgido como respuesta a la necesidad de sumar fuerzas frente a los grandes grupos de distribución, el comercio asociativo ha evolucionado desde formas cooperativas clásicas hasta estructuras híbridas que combinan franquicia, central de compras y servicios compartidos.

Actualmente, operadoras como Coviran, Unide, Spar o Charter (de Consum) articulan redes donde el franquiciado accede a economías de escala, formación continua, asesoramiento logístico y herramientas tecnológicas que de otro modo serían inaccesibles para él. 

Estas marcas proporcionan una enseña reconocida, campañas de marketing nacional y aprovisionamiento centralizado, mientras cada tienda mantiene una gestión autónoma y un vínculo directo con su comunidad.

Ante una situación como la actual, marcada por la inflación, la digitalización y el desafío del relevo generacional, el comercio asociativo se presenta como una alternativa estratégica para asegurar la capilaridad del retail alimentario, especialmente en zonas rurales o con baja densidad comercial.

Motor de empleo y vertebración territorial

Muchas de estas aperturas de retail alimentario con la fórmula de comercio asociativo tienen lugar en municipios de menos de 10.000 habitantes. En dichas zonas, estas tiendas garantizan el acceso a la alimentación, pero también se convierten en dinamizadores económicos. Según ASEDAS, en 2024, estas iniciativas han generado más de 2.000 empleos, gran parte de ellos ocupados por mujeres.

Y es que el modelo de franquicia asociativa combina lo mejor de dos mundos: el respaldo logístico, tecnológico y comercial de una marca consolidada con la autonomía y conocimiento del territorio del emprendedor local. 

Además, esta fórmula se está mostrando particularmente efectiva en escenarios postcrisis, donde la estabilidad, la escalabilidad y la confianza del consumidor son fundamentales.

Diversidad e impulso emprendedor

Buena parte de estos nuevos franquiciados son inmigrantes que están profesionalizando el sector desde la base. Además de gestionar tiendas individuales, en muchos casos también operan en varias ubicaciones, creando pequeñas cadenas locales que aportan dinamismo al sector.

Este nuevo perfil de emprendedor incorpora también una mayor diversidad generacional y cultural, que enriquece la relación con los clientes y aporta una mirada renovada sobre la gestión minorista.

Escalabilidad con raíces

Mientras los grandes operadores apuestan por la eficiencia de escala, el comercio asociativo está logrando escalar sin perder su esencia local. Las cooperativas y centrales de compra permiten negociar precios, acceder a innovaciones tecnológicas y mantener una oferta competitiva sin renunciar a la singularidad de cada tienda.

El crecimiento de este modelo no es tanto cuantitativo como cualitativo. Reformas, digitalización, formación y un mejor uso del dato están permitiendo a estas enseñas competir con ventaja en un entorno cada vez más exigente.

En definitiva, el auge del comercio asociativo es una palanca de transformación estructural. Representa una manera distinta de entender el crecimiento: más conectada con el territorio, más comprometida con las personas y más resiliente frente a los retos del futuro. 

Estas tiendas con alma local están escribiendo una nueva narrativa para el retail alimentario en España: una que no habla sólo de márgenes, sino también de comunidad, arraigo y propósito.

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