Durante años, muchas compañías construyeron sus cadenas de suministro bajo un único principio: el coste. El objetivo era común: reducir al máximo los gastos operativos, optimizar rutas, centralizar proveedores y producir lo más barato posible. Pero ese modelo, tan eficiente sobre el papel, se ha demostrado que es vulnerable ante una realidad mucho más compleja.
Crisis sanitarias, guerras, fenómenos meteorológicos extremos, inflación persistente y escasez de materias primas han puesto en jaque la estabilidad de las redes logísticas globales. Y las empresas que sólo habían apostado por la eficiencia se encontraron sin margen de maniobra.
Hoy, ese paradigma está siendo sustituido por otro más realista, que reconoce que lo barato, cuando falla, puede salir muy caro también para el supply chain.
Invertir en resiliencia: un coste que protege el negocio
Según un informe reciente de Boston Consulting Group (BCG), el 60% de las empresas globales han sufrido disrupciones importantes en su cadena de suministro durante los últimos tres años. Más del 75% de ellas ha sufrido impactos económicos significativos a raíz de esas interrupciones. Por lo tanto, la conclusión es evidente: no basta con ser eficientes, hay que ser resilientes.
Para lograrlo, cada vez más organizaciones adoptan lo que BCG denomina el enfoque del «cost of resilience». Este modelo consiste en aceptar una ligera subida en los costes operativos (por ejemplo, trabajando con más de un proveedor o ubicando inventarios en diferentes puntos estratégicos) a cambio de ganar agilidad, continuidad y seguridad ante imprevistos.
La clave está en el equilibrio: ni volver a modelos rígidos y caros, ni caer en la hiperoptimización que deja sin defensas ante el primer cambio de contexto. Se trata de diseñar cadenas de suministro versátiles, distribuidas y preparadas para responder en tiempo real.
Inteligencia de costes: ver más allá del precio
Un aspecto clave es tener en cuenta el análisis dinámico de los costes. Las compañías que lideran la transformación de sus cadenas de suministro no se fijan únicamente en el gasto directo de cada operación, sino que modelizan el coste total de sus decisiones a medio y largo plazo.
Esto implica evaluar continuamente qué gastos son controlables, cuáles pueden ser influenciados y cuáles deben asumirse como estructurales. A partir de ese análisis, se construyen escenarios alternativos y simulaciones que permiten anticipar el impacto de decisiones clave: ¿Qué pasa si cambio de proveedor? ¿Y si relocalizo parte de la producción? ¿Cuánto cuesta responder a una crisis en 48 horas en lugar de una semana?
Con este enfoque propuesto por BCG, las decisiones logísticas dejan de ser reactivas y se convierten en palancas estratégicas.
La cultura de la eficiencia sostenible
Pero el cambio no es únicamente técnico, es también cultural. Las empresas más avanzadas están implantando una “cultura de eficiencia continua”, donde la optimización no depende de recortes puntuales, sino de una actitud transversal. Todos los equipos, desde compras hasta marketing, interiorizan el impacto que sus decisiones tienen sobre los costes totales y la resiliencia del negocio.
BCG destaca que las compañías de supply chain que adoptan esta cultura logran reducir sus costes estructurales entre un 5% y un 10% de forma sostenible, sin sacrificar calidad de servicio ni crecimiento.
Este tipo de organizaciones no buscan ahorrar hoy a cualquier precio, sino construir modelos operativos más sólidos, predecibles y escalables.
Retail: el equilibrio como ventaja competitiva
En la industria del retail, donde los márgenes son estrechos y la presión por la inmediatez es máxima, este equilibrio entre coste y resiliencia se vuelve especialmente crítico. Marcas de moda, alimentación y consumo masivo ya están reformulando sus cadenas de suministro con acciones como éstas:
- Nearshoring: relocalización parcial de producción más cerca del mercado final.
- Multi-sourcing: trabajar con varios proveedores por categoría o región.
- Fulfillment descentralizado: centros logísticos más próximos al cliente final para reducir riesgos y tiempos.
- Stock buffers: inventarios de seguridad en puntos estratégicos.
Este tipo de medidas, combinadas con herramientas de inteligencia predictiva, permiten mantener la promesa al cliente incluso en entornos de alta volatilidad.
Adaptarse es más rentable que resistir
El informe de BCG lanza una advertencia, pero también ofrece un camino. Apostar por cadenas de suministro resilientes no significa renunciar a la eficiencia, sino rediseñarla para que sea compatible con la realidad actual.
Las compañías que invierten en esta transición estarán mejor preparadas para crecer, innovar y proteger su negocio ante un futuro que, lejos de estabilizarse, promete seguir cambiando.