Hasta hace poco, cambiar de coche cada dos años sin pasar por el concesionario era una excentricidad reservada a flotas corporativas o altos ejecutivos. Hoy, cada vez más personas se suscriben a un coche como quien se suscribe a una plataforma de películas: pagan una cuota mensual, lo usan sin preocuparse por seguros ni mantenimientos y lo cambian cuando cambian de etapa vital.
Esta nueva forma de acceso al coche, basada en el renting y la suscripción, está empezando a redibujar el mapa del retail de automoción.
En 2025, el renting ya no es un producto exclusivo para empresas: casi uno de cada cinco nuevos contratos en España es de un particular, según datos de la Asociación Española de Renting de Vehículos (AER). Y marcas como Volvo o Hyundai promocionan ofertas de suscripción que prometen coche nuevo, sin entrada y sin compromiso.
Renting y suscripción
Aunque suelen mezclarse en la conversación, el renting y la suscripción no son exactamente lo mismo. El renting es un contrato de arrendamiento a medio o largo plazo (habitualmente entre 2 y 5 años) que incluye todos los servicios (seguro, impuestos, mantenimiento) por una cuota mensual fija. Al final del contrato, se devuelve el vehículo, con la posibilidad de renovarlo o cambiar de modelo.
La suscripción, por su parte, es una modalidad más flexible y con menos permanencia. Algunos servicios permiten cambiar de coche cada pocos meses, pausar la suscripción o cancelarla con un preaviso corto. Está pensada para quienes valoran la movilidad como un servicio adaptado a sus ritmos y no quieren comprometerse a largo plazo.
¿Por qué crecen estas fórmulas?
La propiedad ha dejado de ser la prioridad. Especialmente entre los menores de 40, el coche ya no simboliza estatus ni libertad, sino compromiso económico, gasto en mantenimiento y responsabilidad. En su lugar, crece una mentalidad de «pago por uso», coherente con otras formas de consumo como el streaming, el coworking o el alquiler por suscripción.
El renting y la suscripción responden también a un entorno incierto: la transición hacia el coche eléctrico, los cambios regulatorios o las dudas sobre el futuro de la automoción hacen que muchos prefieran evitar una compra que puede quedar obsoleta en pocos años.
También influye la digitalización: contratar un coche desde el móvil, recibirlo en casa y gestionarlo online elimina muchas fricciones tradicionales de la compra de vehículos.
Marcas y datos
Según la AER, en febrero de 2025 se matricularon más de 47.000 vehículos en renting, un 1,6% más que el año anterior. De ellos, más del 20% fueron contratados por particulares. Marcas como Polestar, Fiat, MG, Volkswagen o Toyota están integrando modelos de suscripción como parte de su estrategia de retail.
En paralelo, están surgiendo nuevas plataformas especializadas como Bipi o Wabicar, que ofrecen flotas multimarca con condiciones 100% digitales. Incluso integran servicios como cambio de neumáticos, coche de sustitución o recogida a domicilio, para proporcionar una experiencia de usuario cómoda y sin complicaciones.
El nuevo papel del concesionario
En este escenario, el concesionario tradicional también se transforma. Ya no es el lugar donde se negocia la compra de un coche, sino un punto de experiencia, asesoramiento y entrega. Algunas redes están empezando a funcionar como hubs logísticos de recogida y devolución para clientes de suscripción, o como centros de movilidad donde se combinan venta, alquiler y servicios. Incluso la venta de coches ya no se hace siempre pasando por el concesionario.
Ventajas y barreras
Para el cliente, las ventajas son evidentes: flexibilidad, comodidad, coste predecible y despreocupación por el mantenimiento. No hay entrada, ni necesidad de financiar, ni coste de reparación imprevista.
Pero no todo es perfecto: los contratos de suscripción pueden ser más caros a largo plazo, hay límites de kilometraje y no todos los usuarios están dispuestos a renunciar al coche como patrimonio o a adaptarse a una oferta que aún es limitada fuera de grandes ciudades.
Un futuro más híbrido que nunca
No se trata de reemplazar la propiedad, sino de sumar opciones. El coche como servicio no es para todos, pero cada vez será para más. La clave está en la combinación: personas que compran, personas que alquilan, personas que comparten. Y marcas que ofrecen todo desde el mismo ecosistema.
En este nuevo modelo del retail de automoción, la fidelización no vendrá por la marca del coche, sino por la calidad del servicio. El concesionario dejará de ser un punto final de venta para convertirse en un nodo de relaciones. Y el coche, quizá, deje de ser un objeto para convertirse en un servicio más de suscripción en la vida conectada.