El pequeño comercio atraviesa un momento delicado. Aunque muchas tiendas de barrio siguen activas, lo hacen con un margen de maniobra cada vez más estrecho. A medio camino entre la resiliencia y el agotamiento, buena parte del tejido empresarial de proximidad trabaja en España bajo una presión constante que limita su capacidad para invertir, contratar o, simplemente, sostenerse.
Según el último análisis publicado por el Consejo General de los Colegios de Gestores Administrativos, el 4,8% de las pymes españolas ha desaparecido entre enero y junio de este año. En el mismo periodo, se han constituido un 5,2% de nuevas empresas, pero el dato refleja más una rotación forzada que una recuperación sólida. “Que se creen empresas no compensa que tantas otras cierren”, alerta Fernando Jesús Santiago, presidente de los gestores administrativos.
Márgenes estrechos y liquidez justa
El informe confirma que el 17% de los negocios ha cerrado el semestre con pérdidas, mientras que otro 17% declara tener serios problemas de liquidez. El margen de rentabilidad es tan estrecho que cualquier modificación en los costes —ya sean laborales, fiscales o financieros— puede comprometer la viabilidad de estos negocios.
El acceso al crédito, tradicional salvavidas para muchas pequeñas empresas, también se ha deteriorado: el 40,4% de los empresarios afirma tener más dificultades para obtener financiación bancaria, frente a un 13,1% que indica lo contrario. Además, el 25,5% ha aumentado su endeudamiento en los últimos seis meses, lo que dibuja un escenario de fragilidad continuada en el tiempo.
La presión fiscal tampoco afloja: más de la mitad de los negocios (50,6%) paga hoy más impuestos que hace un año, mientras que sólo un 4,6 ha visto reducida su carga. Todo ello en un contexto donde los ingresos no han variado en exceso: el 36,9% de las empresas declara facturar más que en el primer semestre de 2024, frente a un 19,1% que factura menos.
Un tejido empresarial que resiste, pero no avanza
El 90% del tejido empresarial español está formado por microempresas y pymes con una rentabilidad estructuralmente baja, una productividad estancada y escasa capacidad de inversión. De hecho, el volumen de ventas por empleado lleva seis trimestres consecutivos en caída, lo que limita cualquier posibilidad de crecimiento o mejora salarial.
Este modelo económico, donde se sobrevive más que se crece, tiene también un coste humano y social. El 18% de los negocios ha reducido plantilla, mientras que sólo un 28% ha podido ampliarla. Además, más de 340.000 negocios operan ya total o parcialmente fuera del sistema, según los cálculos del Consejo General de los Colegios de Gestores Administrativos.
Una transformación silenciosa en curso
Estos datos reflejan una realidad empresarial exigente y también invitan a repensar el papel que juegan las tiendas de barrio en el nuevo ecosistema del retail. Más allá de su función económica, son puntos de conexión social, identidad urbana y experiencia de cliente.
Además, a medida que se redefine el equilibrio entre las tiendas físicas y digitales, el pequeño comercio enfrenta el reto de adaptarse sin perder su esencia. La transformación está en marcha, pero no será posible sin soluciones innovadoras, modelos sostenibles y una mirada estratégica que reconozca su valor más allá de los balances.