Hubo un tiempo en que bastaba con tener un buen producto y una experiencia de compra agradable. Hoy, eso ya no es suficiente. El consumidor actual quiere saber qué hay detrás de lo que compra: de dónde viene, quién lo ha hecho, cómo y con qué impacto. Quiere marcas que hablen claro, sin adornos ni promesas vacías. Y esa exigencia ha convertido la transparencia y la autenticidad en dos de los valores más poderosos del nuevo retail.
En general, los consumidores prefieren marcas con un propósito que refleje sus valores y quieren mayor transparencia sobre aspectos como el origen del producto o las condiciones laborales en su producción. Sobre todo, la Generación Z exige autenticidad, una de las claves para fidelizar clientes.
Por lo tanto, en este nuevo contexto, ser transparente ya no es una opción. Es una necesidad.
De la promesa al hecho: qué significa hoy ser transparente
Transparencia no es solamente decir que eres sostenible o que tienes valores. Es demostrarlo constantemente, con datos, ejemplos y canales accesibles. Las marcas que están marcando la diferencia lo hacen desde la trazabilidad hasta el diseño de la comunicación: indican el origen exacto de sus productos, explican con detalle los procesos de fabricación, publican datos sobre su impacto ambiental y social… Y lo hacen de forma comprensible, ya sea en el packaging, en sus apps y webs o en el punto de venta.
Es una estrategia transversal, que abarca desde el abastecimiento hasta la atención postventa. Y, sobre todo, es un gesto de respeto hacia un consumidor que ya no se fía de las palabras bonitas.
Las marcas que inspiran confianza
Patagonia es uno de los referentes mundiales de esta tendencia. Su plataforma Footprint Chronicles permite rastrear el recorrido completo de cada prenda: desde la granja de algodón hasta la confección. No se limitan a presumir de sus logros: comparten también sus retos y limitaciones. Además, destinan el 1% de sus ventas a causas medioambientales y apuestan por la reparación de ropa antes que por la compra de nuevas prendas.
Everlane, por su parte, apuesta por la «radical transparency«: publica los costes reales de cada producto, detallando materiales, mano de obra y margen de beneficio.
En el sector alimentario, Lidl ha lanzado este año en España un AOVE bajo su marca propia “Primera Cosecha” que integra tecnología blockchain?, ofreciendo trazabilidad completa desde los olivos hasta la botella. Cada unidad incluye un código QR que permite acceder, de forma inmediata y verificada, la información sobre el origen del aceite, métodos de cultivo y proceso de producción.
Transparencia que se traduce en resultados
Pero no se trata sólo de valores, sino también de obtener resultados tangibles. Las marcas que apuestan por la transparencia consiguen generar más confianza, mayor fidelización y una diferenciación clara en mercados saturados. También mejoran su atractivo como empleadoras y consiguen conectar con una generación de consumidores que no compra productos, sino propósitos.
Los datos son claros: un informe de NielsenIQ/FMI destaca que el porcentaje de compradores que considera importante la transparencia (en ingredientes y proceso de fabricación) no ha parado de aumentar en los últimos años. Además, señala que muchos consumidores aseguran que proporcionarles más información les motivaría incluso a cambiar de marca.
Los riesgos de no hacerlo bien
Pero ojo: comunicar transparencia sin respaldo real puede ser contraproducente. El greenwashing es un riesgo constante y los consumidores son cada vez más críticos.
Las promesas incumplidas o los mensajes confusos pueden erosionar la confianza más rápido que nunca. Por eso, las marcas que lideran este camino lo hacen con auditorías independientes, verificación constante y, sobre todo, coherencia entre lo que dicen y lo que hacen.
En definitiva, en un mundo saturado de mensajes, la autenticidad es el nuevo lujo. Y la transparencia, su mejor aliada.