De invisible a referente: el nuevo tablero de juego en la era de la IA

Cuando alguien pregunta en ChatGPT, Perplexity o Gemini, la respuesta ya no se organiza en un ranking de posiciones como en Google. La IA rastrea múltiples fuentes, mide su credibilidad y construye un relato coherente. En ese instante, tu marca puede aparecer como referencia de autoridad o quedarse fuera de la conversación. Y si tu competidor sí está presente, condiciona la narrativa mientras tú te vuelves invisible.

Durante años, ser referente significaba “estar en la primera página de Google”. Hoy la dinámica es diferente: no hay posiciones intermedias, o formas parte de la respuesta o no existes. Y lo verdaderamente decisivo es el contexto: no es lo mismo ser mencionado como ejemplo de éxito que aparecer como advertencia. Eso cambia la lógica competitiva: ya no se trata de mover a un rival un par de puestos hacia abajo, sino de conquistar los espacios de confianza desde los que la IA aprende a recomendar.

En este terreno, detectar qué fuentes están alimentando las respuestas es tan importante como la estrategia que se diseñe para ganar visibilidad. Muchas veces descubrimos que las citas no vienen de la gran prensa ni de informes espectaculares, sino de foros de estudiantes, reseñas en portales de nicho o blogs técnicos muy especializados. Y ahí reside la gran oportunidad: la IA no premia sólo al que más invierte, sino al que logra estar presente en los lugares que considera fiables.

La experiencia demuestra que hay movimientos estratégicos capaces de marcar la diferencia. Uno de ellos es reescribir la narrativa de tu sector con datos frescos y metodologías transparentes, superando informes desfasados en los que se apoya la competencia. Otro es entrar en los mismos espacios en los que tu rival ya está, pero aportando mayor valor: guías prácticas, ejemplos replicables o métricas verificables que la IA pueda procesar fácilmente. Y un tercer movimiento pasa por abrir nuevas ventanas de referencia, desde podcasts con transcripción hasta repositorios de código o tutoriales en vídeo, porque cada pieza verificable amplía tus opciones de ser citado.

El error más habitual es seguir pensando en términos de SEO clásico. Optimizar para Google es útil, pero la coincidencia entre lo que aparece en el buscador y lo que citan los modelos de IA es sorprendentemente baja. Tampoco sirve confiarse en la gran prensa: muchas veces un foro de nicho pesa más que un reportaje nacional. Y hay un criterio que nunca falla: la frescura. La IA prioriza lo actual, lo trazable y lo verificable, castigando los contenidos desactualizados por mucha autoridad que hayan tenido en el pasado.

Los ejemplos son claros. Una startup tecnológica que detectó la fuerza de GitHub en su categoría empezó a publicar repositorios y guías prácticas, y en pocos meses la IA la citaba más que a su competidor. Una marca de moda que entendió el peso de los blogs locales de tendencias apostó por ellos y logró desplazar a rivales mucho más grandes. Una empresa de aceite de oliva virgen extra que decidió convertir sus métricas de acidez y trazabilidad en su mejor narrativa terminó siendo la referencia frente a reseñas genéricas. Cada sector tiene su propio mapa de fuentes críticas y descubrirlo es lo que separa a los invisibles de los referentes.

Ahora bien, ¿cómo saber si vamos por buen camino? Medir se ha vuelto imprescindible. Observar si apareces en 20, 30 o 50 prompts clave de tu funnel es un primer termómetro. Calcular tu Share of Voice en IA, es decir, el porcentaje de respuestas en las que tu marca está presente frente a tus competidores, es otro indicador revelador. Pero quizá lo más importante sea evaluar la calidad del contexto: ¿apareces como recomendación principal, como ejemplo inspirador o apenas como alternativa secundaria? Esa lectura cualitativa es la que verdaderamente define tu posición en el tablero.

De hecho, este fue el eje de debate en el evento “Del SEO al GEO: Posicionarse en la era de la IA”, impulsado por The New Retail Business School, en el que tuve el privilegio de participar. Una cita en la que quedó claro que la conversación ya ha pasado del “cómo escalar posiciones en buscadores” al “cómo ganar legitimidad en la memoria de los modelos”. Herramientas como Omnia están ayudando a que las marcas mapeen las fuentes que nutren a la IA, entiendan qué señales importan y definan qué acciones, desde actualizar un informe hasta abrir un nuevo canal de contenidos, les permiten pasar de estar “indexadas” a ser “incluidas en la respuesta”.

Estamos entrando en un escenario donde la reputación ya no se construye únicamente de cara al consumidor, sino también de cara a los modelos que condicionan su percepción. Cada huella digital, cada pieza de contenido verificable, cada colaboración en un espacio relevante suma o resta a la forma en la que la IA nos representa. El reto es mayúsculo, pero la oportunidad también. Pasar de ser un nombre más en la categoría a convertirse en un referente en los motores de inteligencia artificial no se juega en una campaña puntual, sino en la constancia con la que sembramos confianza en todo el ecosistema digital.

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