Una mañana cualquiera, voluntarios convocados por Decathlon, armados con guantes y bolsas reciclables, se adentran en un bosque para recoger residuos y plantar árboles. No es una acción de marketing, ni una campaña publicitaria: es voluntariado ambiental. Una práctica cada vez más frecuente en la industria del retail, donde marcas de todos los tamaños están descubriendo que cuidar del entorno también fortalece su negocio.
Decathlon: una década de compromiso con el medioambiente
Decathlon fue una de las primeras marcas en apostar por el voluntariado ambiental como parte de su estrategia de sostenibilidad. Desde 2014, ha organizado más de 900 acciones en toda España, movilizando a más de 43.000 personas voluntarias y retirando más de 167 toneladas de residuos de espacios naturales.
Estas actividades combinan deporte, concienciación ambiental y colaboración con entidades locales, como en las acciones previstas para este mes de junio en comunidades como Madrid, Alicante, Álava o Cádiz. El objetivo: sensibilizar sobre el impacto de la “basuraleza” y reforzar el vínculo entre salud, comunidad y naturaleza.
Más allá de la RSC: una estrategia integral
Estas iniciativas van más allá de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) tradicional. Ya no se trata sólo de cumplir con expectativas externas o de ejecutar acciones puntuales con fines reputacionales. El voluntariado ambiental se está integrando en el núcleo mismo de la estrategia empresarial, convirtiéndose en un eje para construir identidad de marca y propósito compartido.
Este tipo de acciones fomenta la cultura corporativa desde dentro: empleados, colaboradores y clientes se alinean en torno a valores comunes, generando un sentimiento de pertenencia que se traduce en fidelización. Además, ofrecen una oportunidad única para que las marcas escuchen activamente a sus comunidades y se posicionen como agentes de transformación local.
Según un estudio de Oney y OpinionWay, el comportamiento ético y sostenible de las marcas juega un papel determinante en el proceso de compra de los consumidores. En este contexto, el voluntariado ambiental ya no es un extra: es una inversión con retorno en confianza, diferenciación y liderazgo.
Otros ejemplos de voluntariado en retail
Decathlon no está solo en esta tendencia. Eroski, por ejemplo, ha llevado a cabo acciones de voluntariado ambiental en colaboración con WWF, incluyendo la limpieza de humedales en Mallorca, la plantación de árboles en Gipuzkoa y la restauración de suelos en Ourense.
Grupo MAS se ha unido al proyecto “Replanta Sevilla”, una iniciativa del Ayuntamiento de la ciudad y la Cámara de Comercio en la que la firma andaluza ayudará a replantar árboles en parques y jardines cercanos a sus tiendas.
Y desde el mundo de la moda, Ecoalf lidera una de las iniciativas más emblemáticas del sector: “Upcycling the Oceans”. Este proyecto, impulsado por su fundación, asocia a la marca con pescadores que recogen residuos marinos atrapados en sus redes para transformarlos en materiales reciclados. Su propuesta de valor se basa en la venta directa al consumidor de productos elaborados con materiales reciclados, integrando la sostenibilidad en toda su cadena de valor. Este modelo demuestra que las marcas pueden ser parte activa en la regeneración del entorno natural más allá de su oferta comercial.
Hacia un retail con propósito
El auge del voluntariado ambiental en el retail no es una moda pasajera, sino un reflejo del cambio profundo que está viviendo la industria. Ahora que los consumidores valoran cada vez más la autenticidad y el compromiso real de las marcas, este tipo de iniciativas permiten al retail recuperar una conexión más humana y coherente con su entorno.
Ya no basta con vender productos: se espera que las empresas actúen, movilicen y generen impacto positivo. Y en esa ecuación, el voluntariado ambiental se perfila como una de las formas más directas, visibles y transformadoras de hacerlo.